Mi viaje como intérprete de lenguaje de señas comenzó en casa cuando era muy joven porque tengo seis hermanos y hermanas sordos. Como tal, el lenguaje de señas siempre ha sido una gran parte de mi vida. Quería ser intérprete porque crecí en un hogar con padres inmigrantes y fui testigo de las luchas que experimentaron mis padres con su propia falta de acceso a la información y la comunicación, así como la de mis hermanos sordos. Aunque crecer en este entorno no siempre fue fácil, me ha llevado a hacer el trabajo que hago, que creo que es vital para mejorar la inclusión en nuestras comunidades.